lunes, 21 de noviembre de 2011

ESCUELA DE IDIOMAS

En 1974 empecé las clases de 1º de Francés en la Escuela Oficial de Idiomas. Iba con mi hermano Mauricio y con Ricardo Juan Luengo Gómez. Era también compañera de clase Mari Carmen Rosso Nieblas. De aquel tiempo conservo la llamada "piedra de Luengo". Luego en 2º iba ya solo y tenía de compañeros a Rafael Gutiérrez Cruz, Carlos Sánchez Pacheco, Asunción Ortiz Barea y Dolores Bermúdez Fontela, entre otros. Asunción Ortiz fue mi compañera de pupitre hasta que terminamos en 1980, luego se fue a Madrid donde se encuentra ahora como maestra. Dolores Bermúdez fue mi mejor amiga, luego se casó con mi mejor amigo y tuvieron un hijo del que soy padrino. Desgraciadamente el matrimonio se separó y mi amiga Loly murió el pasado mes de julio de 2011 en un incendio en su casa. El año siguiente, repitiendo curso, conocí a Carlos Jiménez Gámez, una gran persona. En 1982,  cuando volví de la mili, me matriculé en 1º de Inglés. Cuando cursaba 2º, en el curso  1984/85, tuve que dejarlo cuando me destinaron como maestro interino a Jubrique (Málaga). De aquellos años en la Escuela de Idiomas guardo un recuerdo muy grato.

IBAN POR ALLÍ

A mi casa de Ciudad Jardín iban muchas personas. Una era la persona que me trajo al mundo (bueno, la que ayudó a mi madre), la matrona Fani, a la que conocíamos con el cariñoso apelativo de Doña Mustela. A quien casi no recuerdo porque era muy pequeño es a Dolores Reina, que iba a hacer tareas diversas de costura y otros menesteres. Como ya era muy mayor, empezó a venir Isabel la costurera, Isabel Guerrero Pinto, normalmente echaba los lunes por veinte duros y comía con nosotros (sopa de tomate). Isabel murió en noviembre de 2008 a los 95 años. Cuando nos poníamos malitos venía don Juan Delgado Caballero, que nos trataba con mucho cariño y siempre dispuesto a vernos y curarnos. Y si nos tenían que poner inyecciones pues venía Quero el practicante. También teníamos peluquero a domicilio: Luque, un policía municipal que por unos duros venía y nos dejaba con el pelo cortito (nunca nadie me ha pelado mejor que él). Recuerdo que le decía a mi madre: "Este niño tiene mucha frente, pero nunca se quedará calvo, tiene el pelo muy fuerte". Y de momento estaba en lo cierto. También de pequeño teníamos una muchacha que servía en casa. Me acuerdo de ella cuando comíamos en el comedor chico, pero cuando nació mi hermana pequeña mis padres tuvieron que prescindir de sus servicios. Cuando había que realizar alguna obra de fontanería acudía Trujillo el fontanero. La imagen que tengo de él es trabajando en el sótano, en el cuarto del aljibe. Antonio el cartero nos traía con alegría la correspondencia. Las medicinas nos la traía Miguel con su moto. Y Pepe el barrendero barría la calle procurando que mi madre lo viera porque siempre le daba propina "para un café". Por la ventana del despacho llamaba Juanita, una mujer gitana a la que mi madre ayudaba con comida y dinero. Mucho tiempo estuvo viniendo a nuestra casa su hija Micaela para comer con nosotros. A los 12 años dejó de venir porque se escapó con su primo. Y de traer el pan se encargaba Sebastián Navas (tito Sebas) y luego su ayudante Sebastito.
 

PASABAN POR ALLÍ

  Por mi casa de Ciudad Jardín pasaban muchas veces las pandas de verdiales. "¡LOS TONTOS, QUE VIENEN LOS TONTOS!" gritábamos cuando los veíamos venir a lo lejos con su curiosa vestimenta y sus repetitivos acordes musicales. Nos poníamos en la puerta y contemplábamos el espectáculo en primera fila. Es que antes no había tantas cosas para divertirse como ahora, pero de chicos nos lo pasábamos bomba por ejemplo subiéndonos a los postes de la puerta de entrada y apostando si pasarían más coches por la carretera para arriba o para abajo ( pasaban muy pocos ). Lo que sí pasaban muchas veces eran rebaños de cabras o reatas de mulas cargadas de leña o matojos diversos. Todos los días pasaba también Agustín con su carro lleno de ricas naranjas y al que por supuesto comprábamos varios kilos para llenarnos de vitamina C. Recuerdo igualmente cómo hasta bien entrados los años 70 pasaba todas las noches el sereno en su bicicleta tocando su característico silbato. Por esos años inauguraron la iluminación de nuestra querida calle y pasó por nuestra puerta el alcalde de Málaga Cayetano Utrera Ravassa. También en esa época pasaban los galgos camino del canódromo y allá que íbamos algunos domingos para ver las carreras y hacer alguna apuesta ( una vez un galgo atrapó la liebre, qué divertido ), y después de las carreras allí mismo escuchábamos Misa. Pero lo más sorprendente que pasó por mi casa fue el 5 de agosto de 1975: un OVNI. Allí estaba frente a nosotros un enorme platillo volante gris resplandeciente, con un suave balanceo, que iba ascendiendo poco a poco. Ya la gente se cansó de mirar (estuvo más de una hora), pero mi hermana y yo aguantamos y lo que ocurrió fue que cambió de color, se puso verde, varios segundos después se puso rojo y se disparó a una velocidad tremenda en dirección sur hasta que desapareció (en un par de segundos). No sé lo que era pero desde luego no un globo sonda como dijeron las autoridades. Desde entonces sé que las autoridades nos mienten y los medios de comunicación nos mienten, y que debemos creer por nuestra experiencia, nuestra razón y nuestra lógica, y ahí también entra la fe.

EL HOMBRE DEL SACO

  Por el año 1966 yo ya iba algunas veces solo al colegio con 6 ó 7 años. Un día mi madre me advirtió que un hombre se llevaba a los niños, los mataba y los tiraba en un saco al puerto, así que nunca debía hacer caso a nadie que me llamara para irme con él. El caso es que muy pocos días después regresaba del cole y un hombre desde dentro de un coche me dijo que él me llevaba a mi casa y por supuesto le dije que no y me alejé a toda prisa. Quizás otro niño no tuvo tanta suerte. Cosas así siempre han pasado y siempre pasarán. A principios de 1967 cambié de colegio porque al que iba era de monjas y ya sólo querían niñas, por lo que me fui a la escuela de don Manuel y ya siempre iba solo. El único miedo que tenía era por unos niños gitanos que a veces se metían conmigo pero no pasó nada.